Es como aquel juego de niños que jugaba de pequeño, consistía en esconderse de aquel amigo, aquel amigo incansable, salvo que en este “juego” pierdo todo el tiempo, necesito algo, algo a lo que agarrarme o caeré, caeré otra vez en ese agujero que es la soledad, tan grande por dentro, pero sin embargo, tan diminuta si la ves acompañado.
No es totalmente cierto que me sienta solo, que me amargue noche tras noche, no volveré a caer en esa espiral sin fondo. Solamente, esta noche, me apetece esbozar mi alma en pequeños trozos, decir lo que tengo ganas de susurrar lo que tengo ganas de chillar o de gritar, gritar a pulmón como aquel coro de colegialas en una película de terror, de pánico... esa es la palabra que quizá describa mejor como me siento, pánico a sufrir, a comprobar que estoy vivo.
Me imagino en otro día, sin más bandera que mi valentía y sin más energías que la que me da pensar en sembrar nuevas ilusiones, tengo miles de semillas en mi cabeza, miles de opciones con las que encauzar mi vida; creo que lo mas adecuado es que mi cabeza se quede al margen, estas cosas son de mayores, improvisare por el camino.
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“Desde que la he probado he adelgazado 5 kilos y otros mismos en amigos con ganas de matarme”